Archivos Mensuales: diciembre 2019

Narcos y golpes de Estado. ¿Un nuevo orden mundial del tráfico de drogas?


Drogas y la hipótesis del golpe de Estado en México.

El martes 10 de diciembre sucedió lo que pocos imaginaron, la detención de Genaro García Luna, el legendario policía mexicano que dirigió las agencias mexicanas de seguridad y combate a las drogas. El gobierno de los Estados Unidos lo detuvo en la ciudad de Dallas, Texas, bajo acusaciones diversas, pero una de ellas muy importante: recibió sobornos del cártel de Sinaloa, organización comandada por Ismael (el Mayo ) Zambada.

No resulta extraño que el gobierno de los Estados Unidos detenga a Genaro García Luna por los presuntos delitos que se le imputan; la duda viene del ¿por qué ahora? Aunque a muchos les resulta poco creíble, parece que todo se complicó con los hechos del 17 de octubre de 2019 en Culiacán, Sinaloa, donde después de aprehender a Ovidio Guzmán, uno de los hijos de Chapo Guzmán, el ejército mexicano y la policía de Culiacán lo soltaron ante la fuerte movilización de grupos armados vinculados al cártel y la aparente camaradería del trato con las fuerzas armadas mexicanas.

Se habló entonces de un intento de golpe de Estado, y pocos encontraron fundamento al dicho del propio presidente Andrés Manuel López Obrador…, hasta el golpe a Evo Morales el día 10 de noviembre de 2019. Como se sabe, el pretexto fue un fraude electoral del todavía presidente Morales, quien pretendía reelegirse; pero quien dio la puntilla fue el ejército boliviano al «recomendarle» su renuncia; eso fue lo que hizo sonar la alarma.

En México las fuerzas opositoras al presidente López Obrador habían iniciado una campaña para derrocarlo; una campaña ñoña que seguía al pié de la letra el manual de cómo derrocar a un gobierno, campaña sin creatividad, ni una organización con suficiente base social, pero todo eso no era un obstáculo, habría otras fuerzas desestabilizadoras. En eso consistía el peligro del narco mexicano. Este, con los estímulos adecuados, podría iniciar una insurrección armada que obligara a la intervención del ejercito mexicano declarando más tarde incompetente al presidente de la república y obligándolo a renunciar.

Seguramente esa posibilidad no gustó a Donald Trump quien tiene al actual presidente de México como un amigo utilizable como él mismo ha dicho. Es posible que la declaración de Trump de tipificar a los narcos mexicanos como terroristas, iba más en el sentido de alertar al ejército de que EE.UU. no toleraría en México un golpe al estilo boliviano; Trump amenazó con la intervención directa, y aquietó a todos.

Al final lo importante parecía ser  evitar que fuerzas más poderosas como la encabezada por George Soros, los Clinton los Obama, los chinos o los rusos, emplearan (como ya lo ha documentado el Dr. Alfredo Jalife Rahme) al narco como pretexto para forzar una intervención del ejército en México en contra de su jefe supremo. Así, la decisión de golpear al cártel de Sinaloa y al propio Mayo Zambada, tendría origen en los aparatos de inteligencia norteamericanos para desarticular las condiciones de posibilidad de un golpe de Estado en México.

Este conjunto de suposiciones tiene varios flancos débiles, uno de ellos es el hecho de que las agencias antinarcóticos de Estados Unidos, no desean eliminar el tráfico de drogas hacia su país, sino controlar su consumo en un rango funcional. Eliminar al cártel de Sinaloa implicaría la implosión de la maquinaria más importante de trasiego de drogas en el mundo, como ya lo afirmó Anabel Hernández en su libro más reciente, «El Traidor», y por tanto dejar a millones de consumidores sin su recurso vital.

Las drogas y el control social.

Las drogas siempre han existido en las sociedades humanas hasta donde se sabe, como lo ha documentado extensamente Antonio Escohotado en su libro «Historia general de las drogas» ( cuando hablamos de drogas nos referimos desde el aparentemente inofensivo café, hasta el mortal crack); pero fue durante y después de la Segunda Guerra Mundial cuando el uso de las drogas adquirió otros usos. En efecto, Norman Ohler en su libro «El gran delirio. Hitler, drogas y el III Reich», pone lo anterior al descubierto:

Los historiadores concuerdan en que el propio Hitler estimulaba a los soldados a realizar ejercicios diarios y a evitar drogas recreacionales como la cocaína, el opio y la morfina.

«Era esencial para la ideología nazista esta imagen de una fuerza de gobierno y militar ‘sanos’. Prohibieron el uso de drogas en 1933 cuando Hitler llegó al poder señalando que las drogas eran un problema judío. Hitler combinó su política antinarcóticos con la ideología antisemítica». 

Pero a partir de 1937 hubo una producción en masa de una droga sintética llamada «Pervitín», que fue distribuida ampliamente entre las fuerzas armadas germanas

Olher explica que este narcótico hacía que los soldados estuvieran más alerta y necesitaran dormir menos, además de que los hacía sentirse invencibles porque disminuía el miedo.

Y no sólo las tropas la usaban: «los trabajadores la consumían, las amas de casa también, así como los empresarios antes de ir a reuniones de negocios. Había incluso chocolates de venta en el mercado que contenían Pervitín» (Ver: https://www.bbc.com/mundo/noticias-40978635 ). Este nuevo uso de las drogas no pasó desapercibido por el gobierno de los Estados Unidos, pero sobre todo no lo fue para las empresas farmacéuticas.

Durante la Guerra Fría el uso de las drogas legales fue gradualmente sustituido por las drogas declaradas «ilegales» por la poderosa industria farmaceútica. La demanda era excesiva y el uso de las drogas dejó de regularse solo por los médicos, para pasar a la libre demanda que se presentó como un excelente negocio a partir de los inicios del neoliberalismo a finales de los años 70s.

El filósofo Han Byung Chul precisó un diagnóstico de esta época en su libro «Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder», donde afirma que el Estado neoliberal a dado lugar a una sociedad donde los seres humanos se fustigan hasta la muerte con tal de lograr el ideal capitalista del consumo ad infinitum y la eficacia individual al 200%. Desde luego esto no es posible, viene entonces la depresión para soportar el fracaso y después la necesidad de volver a la lucha sin cuartel hasta la muerte. En todo esto, al igual que en el caso del ejército alemán, las drogas juegan un papel importante.

Pero, en mi opinión, corresponde a Francisco Gomezjara el mérito de haber identificado la nueva funcionalidad de las drogas en una sociedad enferma («El imperio de la droga», 1992). Gomezjara    establece el primer cuadro funcional de las drogas, mismas que responden a sociopatologías sociales específicas:

a). Una intensidad creciente de los procesos laborales, bajo condiciones de precariedad y pobreza.

b). Conflictos permanentes dentro de los espacios urbanos, barriales,vecinales, familiares, exacerbados por la exigencia de competitividad, un ultraindividualismo y un ambiente general de violencia.

c). Una carga de sobre expectativas consumistas por arriba de las posibilidades reales de amplios sectores sociales que son arrojados a la frustración y a la violencia.

Para cada una de estas sociopatologías hay una droga legal o ilegal disponible. Así

«Las drogas se instalan en la sociedad porque pueden inserirse -injertarse- en la conciencia de los sujetos donde su función de utilidad está ligada a las necesidades de economía psíquica del ser humano. Esta necesidad de economía psíquica por parte del sujeto contemporáneo debe ser la hipótesis central de cualquier investigación sobre el consumo de drogas, la clave para avanzar con esa hipótesis es la necesidad del reposo reparador ante el dolor como parte de cualquier proceso terapéutico fisiológico o mental.» Esto afirma el investigador chileno Ibán Rementería en su artículo «La función de utilidad del uso de las drogas y las culturas de su consumo«, de 2014.

El Estado, sus lacayos los narcotraficantes y las poderosas empresas farmaceuticas se aprovechan de la necesidad humana del reposo reparador ante el dolor, para fortalecer mediante las drogas el control social sobre ciertas áreas del comportamiento humano logrando así sus objetivos:

1. Mantener a la población cumpliendo sus roles predeterminados con satisfacción. Complejo conservador.

2. Destruir los movimientos de protesta social, sobre todo entre los jóvenes. Complejo represor.

3. Generar superhombres arquetípicos. Complejo revalorizador de la realidad. Es lo que induce a la sociedad psicopolítica de Byung. (Gomezjara; op.cit. p. 32).

Drogas y Nuevo Orden Mundial.

El punto flaco de la hipótesis del golpe de Estado cuando se compara con la necesidad de las drogas como medio de control social tal vez pueda irse superando si consideramos las «restricciones» sistémicas al  comercio de las drogas y su consumo en la sociedad: 

1. En tanto medio de control, el tráfico y consumo de drogas debe mantenerse en un nivel funcional, pero diferenciado. Es decir, en determinados momentos se hará conveniente el uso de ciertas drogas, bajo el neoliberalismo, las anfetaminas, por ejemplo.

2. En tanto negocio, el tráfico de drogas debe tender a equilibrar las ganancias del sector ilegal con respecto al legal ( cárteles vs farmaceuticas/sistema de salud).

3. En el caso específico de México, George Friedman, ha señalado en su libro «Los próximos cien años» de  2010, que una de las amenazas para las élites de Estados Unidos, es la eventual capitalización de sectores empresariales de México con los recursos del narcotráfico.

Las tres restricciones harían plausible la hipótesis de la neutralización del golpe de Estado en México, mediante la neutralización del cártel de Sinaloa. En la primera restricción podría entrar en juego el complejo conservador que establece que ante un eventual abandono de las políticas neoliberales, debería regresarse al uso de las drogas para el mantenimiento de la población cumpliendo sus roles con satisfacción. El complejo número 2 se mantiene y se abandonan los objetivos del complejo 3 recuperándolo sólo para las élites empresariales.

La tercera restricción específica para México, justificaría del todo la implosión del cártel de Sinaloa y la reestructuración de los grupos de trasiego de droga.

Desde luego, el que estos argumentos fortalezcan la hipótesis de la neutralización del golpe de Estado en México, dependen del desarrollo de la política internacional y de manera más inmediata de lo que le suceda o no al presidente Donald Trump ante la posibilidad del Impeachment.